El trato con clientes para un profesional independiente de las artes visuales es una cosa que puede dejarte sin dormir. Al menos, yo lo considero uno de mis principales retos.
Utilizaré dos clientes imaginarios para simplificar; a una la llamaré Alegría y a la otra, Socorro.
Alegría quiere una ilustración para su nuevo proyecto de emprendimiento en el cual ha invertido mucho tiempo y esfuerzo. Antes de contactar a la ilustradora, realizó un brief detallando sus requerimientos, revisó el portafolio de trabajo de su ilustradora elegida y tuvo una entrevista con ella para saber si era la persona indicada para hacer sus sueños realidad. Después de toda su investigación, quedó convencida que la ilustradora es una verdadera profesional en quien puede confiar.
Socorro, por su cuenta, necesita una serie de ilustraciones para su empresa. Tiene varios años con su negocio pero quiere remodelar el aspecto gráfico (que sabe que ha dejado un poco descuidado). Está convencida de que sabe lo que quiere, así que busca entre sus conocidos a algún ilustrador que no cobre mucho (porque no está el horno pa’ bollos) y le escribe un Whats para contarle sobre su nuevo gran plan que revolucionará su empresa y que tiene que estar listo en menos de un mes porque ya viene el otoño. Después de una junta de varias horas, en la que describe sus necesidades a la ilustradora elegida, la clienta se emociona de la idea de plasmar su visión a través de las manos de esta nueva colaboradora.
Obviamente me estoy basando en clientes que he tenido. Y los resultados, pues… Los dejaré al final.
Ahora viene la parte de la ilustradora. Evidentemente es nuestro trabajo como profesionales saber trabajar con todo tipo de clientes y escenarios, pero eso no es sencillo y no te lo enseñan en la escuela. Tienes que conocerte muy bien para tener una comunicación clara y sincera, estableciendo tiempos reales de entrega, alcances posibles y precios justos. Esto se obtiene con la práctica y leyendo algunos cuantos libros de administración para profesionales de la creatividad. También, es de suma importancia saber manejar las emociones, mantenerse estoicas en momentos de conflicto; y eso no significa que esté mal enojarse, lo que está mal es faltar al respeto o tener respuestas impulsivas y poco útiles.
Es poco probable que un proyecto fluya perfectamente, siempre habrá situaciones que no sean agradables para alguna de las partes, pero es nuestra labor intentar hacer una experiencia cómoda para la gente que nos contrata, al final de cuentas, la atención al cliente es parte del trabajo. Un colega muy cercano (mi hermano), por ejemplo, le da prioridad a la experiencia que tienen sus clientes al trabajar con él y eso le ha permitido tener una gran cantidad de proyectos por recomendación.
Por mi cuenta, debido a mis pocas habilidades sociales, he optado por apostarle a la calidad del trabajo. Prefiero sumergirme de lleno en cada proyecto y resolver los problemas de diseño usando metodología, teoría y claro, creatividad. Peeero no todos los clientes van a apreciar el detalle diminuto extra que le pusiste a su proyecto y que le da un toque de caché. Algunos solo quieren un logo en una semana. Así que opto por elegir a mis clientes, sí, eso dije, elegir si quiero trabajar con ellos o no. No, no es un privilegio, fui mesera mientras empezaba a construir mi cartera de clientes. Aunque al principio es complicado, con el tiempo empiezo a reconocer con qué clientes voy a tener una buena relación laboral y con cuáles voy a tener úlceras gástricas. Eso me ha ayudado a obtener proyectos interesantes que cumplan su función, me hagan sentir orgullosa y aporten algo de belleza al mundo (o eso espero).
¿Qué pasó con nuestras clientas? Alegría fue súper feliz con su ilustración, todos sus clientes le dicen lo increíble que es su proyecto y en la primer semana de haber lanzado su marca ya tiene varios pedidos.
Por otra parte, Socorro, tuvo una muy mala madrugada, en la que le mandó 10 audios de Whats a la ilustradora y un pergamino en forma de mensaje diciéndole cómo no era capaz de aterrizar las grandes ideas que tiene. Uno de los mensajes incluso dice ¡Quiero colores cálidos, unos azules por ejemplo! (Sí, eso dijo de verdad). Ante lo cual, la ilustradora decide que es mejor que Socorro busque a otro profesional que sea capaz de cumplir con sus interesantes necesidades y amablemente renuncia.
Notas:
Recomiendo mucho este libro Making ideas happen de Scott Belsky.
P.D. De vez en cuando acepto proyectos que sé que serán ulcerosos pero que me aportan de alguna otra forma que no sea solo económica, como proyectos con fines sociales.
Foto de portada por Daniel Thomas en Unsplash