Estuve considerando si seguir en esta línea de publicaciones en mi sitio web de trabajo. Estas publicaciones empiezan a ser más políticas y menos diseñiles. Pensaba que tal vez, este no es el espacio correcto para esto. Peeero, no hay un espacio correcto para esto. Me di cuenta de que estaba cayendo en el juego de autocensurarme por “Quedar bien” ¿Ante quién? La verdad ni sé. No sé quiénes realmente lean mis publicaciones. Dicho esto, espero que estas publicaciones sean leídas por quienes las necesiten o les interesen. Tomando en cuenta que no pretendo ser una autoridad en la materia.

Probablemente esta publicación quedará corta y no será suficientemente profunda (como suelen serlo mis publicaciones). Mi intención es compartir ideas de una forma casual y abrir conversaciones sobre temas que podrían parecer de nicho. En este caso, quiero hablar sobre las amistades políticas entre mujeres, como les llama Raquel Gutiérrez Aguilar.

Acabo de leer sus dos Cartas a mis hermanas más jóvenes y quedé profundamente conmovida por sus palabras. Asumo que esa es su intención, acompañar desde la distancia a quienes, como yo, estamos en una lucha que nos eligió y que en muchas ocasiones llega a rompernos.

Quiero resaltar algunos puntos que me parecen fundamentales:

La diferencia entre amistades entre mujeres y amistades políticas entre mujeres.

Esto es algo que descubrí intuitivamente, como lo hizo ella, mis amigas no son precisamente mis aliadas políticas. Siendo más joven asumía que siendo tan cercanas, entenderían y serían conscientes de las situaciones que para mí eran evidentes y esperaba que reaccionaran ante ellas, en cambio me topé una y otra vez con lo que Raquel denomina “el susto”.

El susto

En otras palabras, la interiorización del pacto patriarcal que se refleja en ese “miedo a incomodar”. Las mujeres no queremos ser las que “hagan drama”, no queremos ser tachadas de locas o conflictivas. Esto es algo que sabemos y hablamos constantemente entre nosotras, pero las que estamos del lado de la incomodidad, nos frustramos de vernos solas entre amigas, juzgadas por quienes creemos que deberían apoyarnos. La cuestión es que, no es su culpa. Tienen miedo, algunas lo saben, otras no son tan conscientes de eso.

Una parte terrible del susto es cuando alguna forma parte de una amistad política y se separa para volver con sus alianzas patriarcales. En este caso, ella adquiere cierto nivel de respeto y parece “consciente” ante los demás, pero termina cayendo en el mismo juego anterior.

¿Entonces?

Lo natural es aceptar esas diferencias. Una termina asumiendo esas amistades, sabiendo que permanecer unidas es parte de la lucha, a pesar del miedo. Cuando se puede, mientras se pueda.

¿Y las amistades políticas?

Después de varios accidentes emocionales entre amigas, decidí reunirme con mujeres quienes no eran precisamente mis amigas. Estas mujeres comparten la necesidad de luchar por sus propios derechos y los de otras. Mujeres empáticas y conscientes, suficientemente idealistas o suficientemente enojadas como para hacer algo. Este objetivo en común nos une. Y une a otras organizaciones similares. La cuestión aquí es la diferencia. Nos sabemos diferentes, y no pretendemos homogenizarnos. Este saber es parte de la misma evolución feminista que no pretende controlar, que busca la equidad sin eliminar a la individua. Pero esto no es fácil de conseguir, algunas lo entendemos por algún tipo de intuición. Pero otras tienen aún esa barrera de control, sienten la necesidad de ser reafirmadas desde el punto de vista patriarcal. Desde los ojos de otros, no los suyos, necesitan esa aceptación incondicional de sus pares y eso provoca que “el susto” gane y las lleve ya sea a separarse o a intentar controlar.

Todo esto, lo he aprendido a la mala. Como suele pasar en estos espacios aislados. Y como dice Raquel, yo lo asumía como un error mío. No ser capaz de explicar por qué es tan importante la unión entre nosotras a pesar de las diferencias. No ser capaz de contener. Pero ese el detalle, nunca quise contener, no es parte del movimiento y no debe serlo. Ahora, gracias a las palabras y experiencia que de forma sorora comparte Raquel, entiendo que no fue mi error, es una situación natural que forma parte de la lucha. Tenemos que estar con quienes quieran estar, quienes puedan estar. Y observar los logros mientras analizamos y entendemos el porqué de las caídas.

Y si algo me queda completamente claro ahora, es que en mi caso “es susto” se está yendo. Gracias a mis amigas políticas a quienes quiero con el alma, quienes me aceptan y acepto con sus increíbles diferencias que enriquecen mi vida. Gracias a su valentía, empatía y amor.

Así que esta es una publicación extremadamente emotiva (para mí) y extremadamente política.  Porque, como dice una amiga, lo personal es político. Porque no hay vuelta atrás. Las invito a que se junten políticamente, a que se alejen cuando lo necesiten, pero siempre vuelvan.


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