Hace poco escuché que este será el año que todos recordaremos y les contaremos a las siguientes generaciones. Cada quien contará cómo lo vivió y lo recordará diferente, algunas cosas se nos olvidarán y otras no las entenderemos hasta después de mucho tiempo. Por eso es importante guardar nuestro testimonio. Así que usaré mi última publicación del año para escribir sobre nuestro annus horribilis*.

Foto de Adli Wahid en Unsplash

Iba a hacer algo ridículo y escribir sobre las cosas buenas han ocurrido en este año y que no hubieran pasado sin la pandemia. De la conectividad y de la ayuda que proporciona el arte en situaciones de crisis. Pero nunca he sido una persona positiva y aunque lo he intentado ser durante este año (y medianamente logrado), me parece absurdo tratar de matizar lo que está pasando.

Foto de Nick Bolton en Unsplash

Estoy muy enojada, tengo miedo y hartazgo. Puedo no decirlo, puedo no quejarme, todos estamos igual. Pero he llegado a un punto de aceptación, tenemos derecho a estar enojados y tener miedo. Enojados con la gente que no entiende y hace fiestas, enojados porque hay quienes no tienen el privilegio de hacer cuarentena, enojados con nuestras familias después de pasar tanto tiempo juntos, enojados de que las parejas se rompan una después de otra.

Podría hablar de los proyectos en los que he podido avanzar gracias al encierro, en las decenas de documentales que he descubierto en Youtube, en los nuevos proyectos que se me ocurrieron y puse en acción. De como mis clientes del pasado han vuelto para renovar sus sitios web, porque la presencia el línea es más importante ahora. También podría contarles sobre las increíbles amigas y amigos que he hecho virtualmente.

Podría también escribir sobre las nuevas oportunidades para  los artistas en el presente/futuro digital.  O de cómo las videollamadas han cambiado nuestra comunicación con clientes. Pero es ridículo.

Pero no puedo dejar de pensar en las personas que se han ido, en mis amigos enfermos y con miedo. En como sus cuerpos no volverán a ser los mismos, en los momentos de tensión y estrés de no saber si van a sobrevivir. Tampoco puedo dejar de pensar en el miedo que me provoca que mi familia se enferme por cometer cualquier error, como no lavar bien la comida del súper (me parece irreal)…

No puedo dejar de pensar en el enojo que me provoca que la gente se acerque más de un metro (lo cuál es rarísimo) o que se pongan mal el cubreboca. ¿Cuándo me va a tocar a mi?¿Me tocará a mi antes de que haya una vacuna? ¿Cuándo acabará?¿Cómo estarán nuestras mentes y almas después de esto?

@unitednations

Y sí, seguro algunas cosas buenas saldrán. Más ideas y más proyectos. Pero por ahora, estoy muy enojada, tengo miedo y hartazgo. No es mi intención hacer sentir mal a nadie, pero sepan que si se sienten mal, está bien.


Notas:

  • Año terrible. Expresión en latin sobre un año que ha salido especialmente mal. Popularizado por la reina Isabel II del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte en 1992.

Foto de portada de Daniel Tafjord en Unsplash