Años complicados ¿eh? Recuerdo que en el 2018 pasé por momentos muy raros después de un 2017 terrible. Esos momentos raros me llevaron de nuevo al activismo. Digo de nuevo, porque desde que entré a la Universidad me empecé a inmiscuir en movimientos sociales. Gracias a eso he conocido diferentes perfiles de activistas, evidentemente sus diferencias dependen de la causa que apoyan. Lo que se repite en elles, es que no son capaces de seguir con sus vidas “normales” después de haber conocido la injusticia.
Eso mismo hace del activismo un camino solitario, los sacrificios son muchos y duros, no todes resisten, de hecho la mayoría prefiere seguir con su vida “normal” después de ver la realidad que conlleva la vida en el activismo. Nadie tiene por qué sacrificarse por los demás, pero hay gente, algunos cuantos, que no pueden no hacerlo y hasta llegan a dar sus vidas por ello.
Ahora me doy cuenta, después de años, que soy activista pero no soy tan sacrificada. Tal vez es miedo o solo sentido de supervivencia, pero sé que hay límites para mi. A pesar de eso, si he llevado un camino un tanto solitario, es difícil para la familia apoyarte en situaciones donde les preocupa más tu seguridad que tu causa. También es difícil que a todes les importe tanto tu causa como a ti. Terminas siendo la prima que siempre habla de cosas incómodas. O la amiga intensa que se la pasa remarcando los problemas sociales. No es cómodo y es comprensible. Han habido amistades muy queridas se han alejado porque prefieren la “normalidad”. Eso duele, pero por alguna razón, para algunas personas la causa es mayor, porque sabemos que el cambio también afectará para bien a esos seres queridos. Y otras veces, conoces personas igual de intensas que tú (o más) y que están en el mismo camino, no pueden solo dejar la cosas como están, y el camino se vuelve un poco menos solitario. Y empiezas a ver la bola de nieve, que crece y llega hasta quienes menos lo esperas y de pronto, todo es diferente.
¿A qué viene todo esto? A que hoy es 8 de marzo, en este día en diferentes épocas y en diferentes lugares del mundo, mujeres que no se podían quedar sentadas viendo y viviendo injusticias, se organizaron y se manifestaron. Muchas dieron sus vidas por ello, otras perdieron todo lo que tenían. Se sacrificaron por una causa mayor a ellas pero completamente de ellas. El cielo se tiñó de morado con el humo de sus cuerpos quemándose con los pigmentos de una fábrica de textiles. Se organizaron para pedir los derechos de todos los trabajadores en la Rusia zarista y provocaron una bola de nieve de independencias de monarquías en todo el mundo que no son inconexas.
Esas mujeres fueron rechazadas por sus conocidos, por sus familias y lograron los cambios que ahora son oportunidades para nosotras. Y se los agradezco profundamente, sobretodo porque sé lo difícil que puede ser resistir cuando todo te dice que no va a servir para nada. Déjenme decirles que sí sirvió, esos sacrificios no fueron en vano y no dejaremos que lo sean.
Estamos aquí para ustedes, para nosotras y para las que vienen.
La lucha no ha terminado; en México matan a 11 mujeres cada día, la pandemia trajo consigo más violencia intrafamiliar que nunca, la sociedad está más polarizada, la brecha salarial entre hombres y mujeres aún existe, la medicina no considera nuestras diferencias biológicas, y aún nos dicen que calladitas nos vemos más bonitas…
Parece ridículo tener que luchar por lo que es obvio, pero si no fuera por las mujeres del pasado que lucharon por sus derechos, no sería obvio.
Conoce más información sobre el 8M en la charla que tendremos hoy a las 8:30pm en Sociedad de Tinta: